Un gay pervertido tiene a su amante bien amarrado a una silla, donde tiene pensado someterlo un poco a una terapia particular de cariño y cosquillas. El chico ríe a carcajadas mientras el otro le hace cosquillas por todas partes, sin que pueda impedirlo por lo amarrado que se encuentra. Las cosquillas continúan en los pies utilizando para ello algunas herramientas, que hacen que el chico casi se mee de la risa. Luego sube con las manos hasta la entrepierna, donde comienza a acariciarle los genitales y luego el abdomen, aumentando la intensidad del juego en los pies pero no hasta soltarle primero las manos. Al terminar, el chico queda exhausto.
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