Una rubia trabaja en una galería de arte, y es visitada por uno de los clientes que cada vez que viene le hace preguntas, muy interesada en ella. La chica tiene el coño húmedo cada vez que la llama, y esta vez se da la oportunidad de llegar a algo más con este hombre, pues tienen todo el local para ellos solos. Se olvidan de los cuadros y se tiran en pelotas sobre un enorme sofá rojo, donde la rubia le come a lo bestia la polla incitándolo al sexo duro. El hombre la penetra rico por detrás, machacándole el coño con tanas, haciéndose una cubana con las tetas, para correrse con ellas y llenar el cuello de la chica con leche.
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