Las maduras suelen ir mucho a clases de yoga para estar en forma y relajarse, pero tenemos que admitirlo, la gran mayoría de estas chicas son unas cachondas que no piensan otra cosa que no sea en sexo. Otro que es un cachondo es su instructor, que las hace poner en cuatro patas, y cuando ve que no llegan a la postura que busca, las manosea para lograrlo. Las alumnas más aplicadas se quedan después de clase para algunas rutinas extras, que nada tiene que ver con el estiramiento, sino con una larga hora de sexo duro y alocado, en el que terminan llenas de leche.
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