Nada como follarse a una enana


Un hombre fetichista se contrata a una prostituta para pasar la tarde, pero no a una prostituta cualquiera, a una enana que tiene la fama de ser tremenda en la cama. Parece que la chica cumple como le contaron sus amigos, y sobre su propia oficina le levanta el vestido y le come el coño ya que ella ni si quiera trae puestas bragas. La enana se asegura de comerle bien el rabo como previa, y luego se deja maniatar por el hombre que con facilidad la mueve como s ele da la gana, ensartándola sobre el escritorio y sobre su silla.