El recogepelotas se cuela en el vestuario de las dos tenistas pero ellas lo reciben con los brazos y las piernas abiertas, directas a por su polla para ponerla durísima con los lametones de las dos lenguas. Mientras una sigue mamando, el cabrón prepara los agujeros de la otra chupándolos con ganas listo para repartir embestidas para las dos furcias que comparten el disparo de corrida.
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