El mejor polvo jamás soñado


La guarra se echa una siesta después de masturbarse, despertándola un pervertido que abre sus piernas buscando su coño, escupiendo sobre él, chupándolo y lamiéndolo con ganas. La furcia se esfuerza al máximo para poder tragarse el enorme pollón duro, salivándola entera para que esté lista para metérsela por el coño, clavándosela de un empujón, haciéndola gemir de verdadero placer, excitándolo moviendo el culo como una perra haciendo que él se corra sobre sus tetas.