De tal guarra, tal guarrilla


La madura calienta al jovencito insinuándose a él y al ver que se resiste va directa a hacerle una paja mientras comen y ella se pellizca los pezones muy cachonda, pasando a magrearse las dos guarras sin que nada ponga nerviosos a los comensales. Cuando el hombre abandona la casa las fulanas no pierden el tiempo y devoran por tunos la polla dura del joven, que se vuelve loco taladrándolas por turnas mientras ellas se excitan mutuamente esperando el chorro.