El encuentro de los dos cachondos empieza con una paja en el coche pero se entregan por completo el uno al otro una vez en casa, cuando la guarra puede comerse la polla con comodidad saboreándola entera. El rabo del putero encaja perfectamente dentro de la cerda, que a cuatro patas disfruta como nunca destrozada de placer y sedienta de leche.
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