Es un día caluroso de verano, y la candente madura está tomando sol junto a la piscina. De pronto aparece su nieto, que no puede despegar la mirada del ardiente cuerpo que tiene su abuela. Le trae una cerveza para que se relaje, y ella queda encantada. Le pide entonces que le poca un poco de bronceador, y hasta le deja que se lo frote por las enormes tetas y el culo. El chico queda duro al instante, y la abuela, a la que le dan ganitas de follar, se quita la tanga para que le meta los dedos en el coño, y claro, su verga. Terminan follando dentro, cómodos en su enorme cama.
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