Los plomeros son unos afortunados, pues parece que si son atractivos, calientan a las maduras que solas en casa porque sus maridos trabajan, necesitan un rabo para pasarla bien. Este chico ve como una belleza llega en ropa interior y se toca junto a él, invitándolo a que deje de trabajar para darle duro. Evidentemente el chico es incapaz de trabajar con eso que tiene de lado, y deja de hacer su trabajo para atender a la madura, que de tanto calor, parece calentar como una hoguera. Ella le come el rabo frenético, y se entrega toda para él sobre la mesa, para que le haga todo lo que quiera.
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